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El Señor de las Viruelas avanza pesadamente entre una nube densa de humo tóxico y esporas. Esos vapores nocivos que brotan de la turbina miasmática que carga a hombros pueden enmascarar el avance de los guerreros de la Guardia de la Muerte, y también tumbar a los enemigos con la garganta abotargada o los pulmones derretidos.

Buri Aegnirssen cae sobre el enemigo con el feroz abandono de quien ya no tiene nada que perder. Con los barridos de su guja de estrella oscura, Perdición, este superviviente abre un sangriento camino a través del enemigo. Ni siquiera la presa más monstruosa puede eludir la colosal venganza del Tres veces devorado.

Los Masacrejurados comparten cuerpo con el espíritu poseedor de un Devorador de Almas. Esta unión confiere al anfitrión una fuerza colosal y una rabia insaciable que los lleva a cometer carnicerías desenfrenadas. Pero contener tal poder requiere de una gran fuerza de voluntad, y la muerte de un guerrero así suele ser explosiva.

Los Caballeros Grises atacan con una fuerza abrumadora; cada uno es un guerrero místico cuya destreza marcial tan solo es comparable a su poder psíquico y mágico. Ataviados con corazas con salvaguardas forjadas en plata y adamantita, y equipados con devastadoras armas de psicofuerza némesis y psicoactivas, su poder de destrucción es inconmensurable. No puede ser de otra manera, pues este Capítulo libra una guerra en el más absoluto secreto contra los Dioses Oscuros del Caos para evitar la muerte de la realidad misma.

Del mismo modo que los deberes de la 3ª Compañía de los Salamanders ejercen una presión excepcional sobre los guerreros nobles y compasivos que deben desempeñarlos, también se requiere de un líder excepcional para garantizar que esta responsabilidad nunca sea demasiado grande para que la soporten incluso los hijos de Vulkan. Adrax Agatone es ese líder.

El aparentemente desolado planeta Somneft esconde una amenaza latente: una tumba necrona que los Vigías de la Muerte han jurado aplastar antes de que pueda levantarse. Los comandos de hermanos de batalla se abren paso al interior, tratando de establecer la verdadera magnitud de la amenaza sin desencadenar un despertar catastrófico que aniquilaría mundos. Sin embargo, la estructura no está totalmente inactiva. Una Criptecnóloga excéntrica, activa durante milenios y ayudada por su séquito sin mente, ha manipulado los estratos de la tumba para sus propios fines. Demente y psicótica, persigue a su vez a los Vigías invasores, viendo en ellos una nueva fuente de experimentación.