Fuegan se ha dedicado por entero a la destrucción de los enemigos de los Asuryani, y el rastro de cadáveres que ha dejado a su paso se extiende por toda la galaxia. Aquellos en quienes recala la mirada son erradicados de la existencia con ardientes descargas de su pica ígnea, Cantabrasador, o los parte por la mitad con los furiosos golpes del Hacha de Fuego.

La habilidad bélica de Asurmen es asombrosa, y la magnitud de su heroica presencia es tan grande que infunde a los Guerreros de Senda cercanos su perspicacia táctica. Además de las catapultas shuriken de muñeca conocidas como las Gemelas sangrientas, blande la Espada de Asur, cuya empuñadura lleva engarzada la joya espiritual de Tethesis, el hermano de Asurmen.

Baharroth, la Muerte en el viento, se mueve con la gracilidad de un céfiro y ataca con la fuerza de un huracán. Brilla en batalla con fulgor propio, entrando en alcance, abriendo fuego y a continuación replegándose para hacer frente a su siguiente presa. A corta distancia, golpea con su Espada brillante, decapitando con su elegante filo curvo.

Los Maestros de la Espada de Hoeth son verdaderos exponentes de las artes marciales capaces de increíbles gestas en combate. Estos doctos guerreros entrenados en la Torre Blanca, el mejor lugar de aprendizaje del mundo, dominan todas las facetas del arte de la espada.

Los Black Orcs son los Orcos más grandes, fuertes y malos que hay. Poco numerosos en comparación con sus parientes más debiluchos, los Black Orcs tienden a juntarse en disciplinadas unidades de élite que solo marchan a la guerra con los Warbosses más poderosos.

Los Chaos Knights son imponentes brutos ataviados con pesadas armaduras de placas que van a la guerra armados con grandes lanzas, espadas y mazas. Incluso su espantosa reputación es un arma en sí misma, paralizando a quienes se enfrentan a ellos antes de asestarles un solo golpe.

Los Chaos Warriors que atormentan el Viejo Mundo ya no son realmente humanos sino, más bien, las armas vivientes de los Poderes Ruinosos, perfeccionados en el yunque de la adversidad y templados en los fuegos de la guerra. Su única familia son los demás guerreros que devastan las tierras a su lado, todos ellos carniceros y maníacos.

Fue en Rivendel donde Frodo tomó la decisión de llevar el Anillo a Mordor y lanzarlo al fuego del Monte Destino para que su poder acabara para siempre. Junto a él fueron ocho compañeros y colectivamente se conocieron como La Compañía del Anillo.

Los Rátidos son francotiradores y observadores de élite del Astra Militarum. Estos pseudohumanos de baja estatura son muy escurridizos. A menudo operan tras las líneas enemigas, informando sobre objetivos de interés, neutralizando blancos específicos e infligiendo un gran daño.

A los Demoledorez les apasiona la destrucción, incluso para los estándares orkos. Salen en misiones de sabotaje o con el único fin de reducir a escombros lo que encuentren a su paso, y para ello se valen de cohetes y martillos con los que destrozan las máquinas enemigas y todo lo que se interponga en su camino.

En el corazón de la Colmena Fissilicus, los ciudadanos de Volkus se preparan para un importante acontecimiento ritual: el disparo del Gran Cañón. Los macabros Siembrasangres, seguidores de Khorne, emergen de las profundidades de la colmena en una marea de sangre y violencia con intención de sabotearlo, pero los fervientes Santificadores salen en defensa del arma sagrada, oponiendo resistencia en nombre del Dios Emperador. Está en juego el destino del Gran Cañón y el de todo Volkus.

Esta expansión se compone de dos comandos multicomponente de plástico, una imponente pieza de escenografía de santuario, reglas, tarjetas de datos y accesorios para tus partidas de Kill Team. Continúa la narrativa sobre Volkus e introduce nuevas formas de jugar, más agentes y estrategias.

Las Escuadra de Armas Pesadas de los Korps de la Muerte se despliegan para apoyar los asaltos de infantería, formando zonas de fuego superpuestas para inmovilizar al enemigo y facilitar el avance de las oleadas de infantería. Los coordinadores de fuego se aseguran de que los artilleros bajo su mando mantengan una cadencia de fuego insuperable.