Los Ancianos Cruzados, encargados de portar los iconos y estandartes sagrados en la batalla, son condecorados guerreros veteranos con una resolución y determinación excepcionales. Exhiben los tapices que representan las victorias de la cruzada y la gloria del Dios Emperador, e inspiran a sus camaradas a esgrimir su odio como arma contra los enemigos del Imperium.

Buri Aegnirssen cae sobre el enemigo con el feroz abandono de quien ya no tiene nada que perder. Con los barridos de su guja de estrella oscura, Perdición, este superviviente abre un sangriento camino a través del enemigo. Ni siquiera la presa más monstruosa puede eludir la colosal venganza del Tres veces devorado.

Los Caballeros Grises atacan con una fuerza abrumadora; cada uno es un guerrero místico cuya destreza marcial tan solo es comparable a su poder psíquico y mágico. Ataviados con corazas con salvaguardas forjadas en plata y adamantita, y equipados con devastadoras armas de psicofuerza némesis y psicoactivas, su poder de destrucción es inconmensurable. No puede ser de otra manera, pues este Capítulo libra una guerra en el más absoluto secreto contra los Dioses Oscuros del Caos para evitar la muerte de la realidad misma.

Aunque prácticos por naturaleza, las Ligas de los Votann depositan una confianza inquebrantable en la sabiduría de sus ancestros. En batalla, actúan con la confianza de soldados profesionales que combaten con un objetivo común.

Los Caballeros Grises se encomiendan a sus Pronosticadores, quienes usan misteriosos augurios para adivinar el futuro y trazar el rumbo que deberá seguir el Capítulo para repeler la próxima incursión daemónica. En combate, confían tanto en estas predicciones como en sus propias habilidades y el poder de sus máquinas.

Los Salamandras avanzan hacia la batalla envueltos en una conflagración de su propia creación, quemando a sus enemigos con llamas purificadoras. Marchan no solo por el Imperium, sino también por su honorable Primarca, Vulkan.

Los Templarios Negros veneran al Dios Emperador, y combaten con la pasión y dedicación propias de los fanáticos religiosos, confiando en que su voluntad divina guíe sus incontables cruzadas.

Los Execradores son ejemplos vivos de los juramentos de sus hermanos de batalla, feroces sacerdotes guerreros que lideran a los Templarios Negros en masacres letales. Enseñan que la guerra es la capilla más digna para los guerreros, y con cada golpe de su crozius arcanum espetan diatribas y sermones.

Las Doncellas de la Reina Eterna son guerreras que han jurado vivir y morir al servicio de su señora. Son el máximo exponente de su pueblo: sus incomparables dotes artísticas solo rivalizan con su destreza marcial, y los Altos Elfos que combaten a su lado las tratan con gran reverencia. La presencia de una doncella es señal inequívoca del favor de la Reina Eterna y presagio de una gran victoria.

Los Masacrejurados comparten cuerpo con el espíritu poseedor de un Devorador de Almas. Esta unión confiere al anfitrión una fuerza colosal y una rabia insaciable que los lleva a cometer carnicerías desenfrenadas. Pero contener tal poder requiere de una gran fuerza de voluntad, y la muerte de un guerrero así suele ser explosiva.

Los Orc Shamans manejan un enorme poder mágico no solo de los Vientos de Magia, sino también el poder generador de la fe de los demás orcos. Por ello hacen todo lo posible para aumentar el fervor de quienes los rodean, canalizando esta energía metafísica.

En la víspera de la batalla, los Templarios Negros se reúnen y sus campeones los guían en oración y contemplación. Unidos por su odio al enemigo, hacen un poderoso juramento que mantener en la batalla venidera. El deber de asegurarse de que sus hermanos cumplen con dicho juramento recae ahora en Vedrenn, Paladín del Emperador, que ha sido honrado con visiones de grandeza.