Fecha de lanzamiento 22 de junio

Los ejércitos de los Cultos Genestealer superan a sus enemigos mediante la infiltración, horrores con garras y mugrientos milicianos, arrastrándose por alcantarillas y redes de tuberías para alcanzar a su presa. Preparan lugares de emboscada y zonas de aniquilación, con flotas de vehículos readaptados y suciocicletas rugiendo en sus flancos preparados para aplastar a sus enemigos.

Las daemonic mounts son creadas mediante brujería maligna, invocadas al Viejo Mundo mediante oscuras ceremonias de sacrificio y apaciguamiento. Estos corceles infernales pueden entonces ser vinculados a un Chaos Lord en particular, a menudo como parte de estos mismos rituales oscuros.

Las Baterías de Armas Brujas son miembros de los Clanes Skryre que a menudo marchan a la guerra ocultos entre hordas de serviles Ratas de Clan. Cuando llega el momento adecuado se revelan y descargan sus extrañas pero poderosas máquinas sobre el desprevenido enemigo. Ya sea con una lluvia de balas, ráfagas de espeluznantes llamas disformes o rayos brujos, obtienen una cosecha mortal para gloria de la Rata Cornuda.

Cuando despiertan los Dragon Ogres el cielo queda desgarrado por los relámpagos y los truenos hacen temblar la tierra. Estas criaturas del mundo primigenio se encuentran entre los seres vivos más antiguos, habiendo hecho un pacto con los Poderes Ruinosos para salvarse de un lento declive hacia la extinción.

Puede que hayas reparado en un elemento común a las colecciones de escenografía y miniaturas de Warhammer 40,000 y Warhammer Age of Sigmar: los cráneos. Están por todas partes, desde los muros de las fortalezas erigidas a mayor gloria de Khorne hasta los cintos de los más temibles guerreros. Y, aun así, pocas nos parecen…

La Guardia del Fénix son los protectores del Santuario de Asuryan, el gran templo piramidal del Mar de los Sueños. En la batalla, son adustos y decididos, visten armaduras ornamentadas y van armados con largas alabardas; su silencio pétreo y el aura de poder divino que los envuelve infunden miedo en los corazones del enemigo.

Los Meganobz son los Nobz más ricos y curtidos de la zona. Enfundados en las megaarmaduras que les fabrican los Meks (con suficiente blindaje como para considerarlas tanques andantes), estos Nobz son inmunes a andanadas que destrozarían al resto de Orks.

Las Hermanas de Avelorn son arqueras con vista de águila que prefieren librar sus batallas a distancia, pero se sienten igualmente cómodas en el combate cuerpo a cuerpo. Con gran puntería y corazones firmes, disparan sus flechas hasta que el enemigo se les echa encima, momento en que desenvainan sus espadas para lanzarse a la refriega.

Los veteranos hambrientos de poder conocidos como Elegidos se encuentran entre los combatientes más experimentados y despiadados de los Astartes Herejes. Poseedores (con permiso o no) de las armas más poderosas de su banda, estos guerreros emprenden las misiones más gloriosas y peligrosas, y son la perdición de todo lo que vive.

Los Señores Altos Elfos provienen de las familias nobles de Ulthuan y se enorgullecen de su profundo sentido del honor y su dominio de las artes de la diplomacia y la guerra. En tiempos de conflicto, demuestran esta destreza a través de su flexibilidad, siendo perfectamente capaces de luchar cuerpo a cuerpo en el fragor del combate o de comandar vastos ejércitos desde la distancia.

El Comandante Dante es uno de los Marines Espaciales con más historia del Imperium, un hijo amado de Sanguinius que ha liderado el Capítulo de los Ángeles Sangrientos durante más de mil años. Nombrado por el mismísimo Guilliman Lord Regente del Imperium Nihilus, Dante sobrevuela el campo de batalla con su reluciente armadura dorada. Una vez en la refriega, la mirada penetrante de su máscara de la muerte congela a los enemigos con un miedo antinatural, incluso cuando derriba enemigo tras enemigo con golpes perfectos del Hacha Mortalis.

Los Príncipes Dragón de Caledor se consideran la élite absoluta, incluso entre la nobleza de los reinos de Ulthuan. Su verdadero carácter solo aflora en el fragor de la batalla, donde morirían sin dudarlo si tal sacrificio salvara a un solo miembro del pueblo de Ulthuan. Hasta que el brillo de la batalla no desaparece de sus ojos, los Príncipes Dragón no recuperan su frío orgullo.